

Me gusta mi cocina. A veces soñamos con cambiar de piso, a un piso nuevo, un último a ser posible, donde no haya vecinos que arrastran las sillas en vez de levantar, mover y posar, donde no haya que buscar aparcamiento 30 minutos de reloj, donde podamos disponer de 3 habitaciones por si vienen dos y son niño y niña...por dios, pero si ni siquiera tenemos el primero. Fantaseamos con esa idea a veces, y entonces, entro en mi cocina, y me siento en la silla y la miro... y pienso...donde voy a encontrar una cocina como esta...así de grande, que las de ahora las hacen diminutas, totalmente a mi gusto. Yo escogí los azulejos, la greca, la moldura, el suelo, los tacos y las esquineras que simulan una alfombra. Dibujé la repisa, diseñé las cortinas, escogí la madera y el tono que quería en los muebles. Escogí entre las numerosas muestras de granito, mármoles y demás materiales para poner la encimera, el color, el grosor, que el canto fuera rebordeado, que las esquinas de las puertas de los armarios fueran "ahumadas". Escogí los pomos y las guarniciones (de echo tengo dos, unos blancos de cerámica y otros de madera, los dos con el botón color bronce), los electrodomésticos panelados y todos en blanco para aligerar un poco la pesadez de tanto mueble y tanta madera...los cristales del mueble-vitrina, imitando las vidrieras, en dos colores, a juego con el cristal de la puerta. Cuando repaso con que ilusión lo escogí todo (limitándome al presupuesto que tenía, que había cada cosa...), entonces se me quitan las ganas de irme, y me pongo tapones en los oído para los ruídos, y pongo la radio y canto para que aparcar se le haga más leve a mi mitad, y pienso que si viene uno y luego otro, igual tengo suerte y son dos niños o dos niñas, y los puedo meter a los dos en la misma habitación...jajajaja. En fín, cada adorno que está puesto dice algo de mí o de la gente que me quiere y que me lo regaló. Y de toda las cosas que tengo (que son muchas para mi desgracia cada vez que tengo que limpiar), de todas las que he bordado, mi obra maestra es el reloj. No porque sea una pieza complicada y enorme, es sencilla de hacer y de tamaño normal para este tipo de relojes, pero es que refleja totalmente mi gusto. Me encantan los colores, me encantan los motivos (me vuelven loca las tazas de te y las teteras, y los juegos de café y cafeteras). Me gusta mucho este reloj, porque es fino y a la vez alegre, las tacitas, la jarrita, la tetera, los pastelitos...y que gusto da mirar en él la hora y pensar en el estupendo bizcocho que voy a hacer para merendar con un humeante café....