20 de enero de 2007

Colores de invierno



No me había acordado de poner el baberín que hice para el conjunto de ganchillo rojo. Como todo rojo no podía ser y es una lana de verano de la que ya apenas quedaban ovillos y colores cojí este verde para completar el conjunto. Ya que tengo chaqueta, patucos y gorrito, estoy tentada a completarlo del todo con un pantaloncín o una ranita en verde también. Los colores del acebo, rojo y verde, como un duendecín. El babero original no abulta, es en blanco con lazo amarillo y una florecilla amarilla en el medio, precioso y fino. Tendré que hacerlo tal cual porque es espectácular, al cambiar la lana no me quedó igual, el mío tiene volumenes y le tuve que hacer dos argollas y una tira para el cierre. Se lo he probado al peluche y le queda muy bien...jajajaja. Ahora ya está todo junto en la caja de ositos. Cuando me decida por lo que le vaya a hacer para la parte de abajo pondré resultados. Mi labor actual es una jersecito sencillo y moderno de manga ranglan con bajos en punto musgo. Ya he tenido que hacer y deshacer porque en cuanto vuelvo a estar baja de hierro mi concentración es mínima, y acabo midiendo por donde no debo, pero el color es un azúl ni claro ni oscuro, precioso. Es un perlé que me regaló mi suegra y tejido queda muy fino. Tengo gana de acabarlo y atacar el gorrín.

11 de enero de 2007

Ventanas floridas









Mi pasillo es interior, pero tiene sus ventanas, con flores y macetas, alegres y coloridas. Y es que hay un truco, están "pintadas" a punto de cruz. Son cuatro preciosos diseños de Lanarte, pequeños y rápidos pero muy lucidos, por la variedad de colores y el diseño tipo "pintura". Me siguen gustando tanto o más que la primera vez que los vi puestos. Es una gran ventaja, no suelo cansarme de las cosas que me gustan. Y cuando voy por el pasillo, a fuerza de pasar no me fijo, pero si alguna vez estoy sentada en la silla de Iván y miro hacia allí, o de repente un día, en esos momentos numerosos en los que vas lanzada de un lado a otro intentando recordar para que ibas a la habitación o a la cocina, me quedo parada en mitad del pasillo y miro los cuadros y me alegro de haberlos hecho. Porque no me gusta hacer el punto de cruz, lo reconozco, soy una impaciente y muchas veces me desespera tanta puntada, pero me gusta tanto, tanto, el resultado, que vuelvo a esa técnica como una de las favoritas para decorar los preciados rincones de mi casa.